lunes, 9 de octubre de 2017

Antonio Díaz reseña Weaver's Lament, de Emma Newman


En Sense of Wonder nos encantan las novelas cortas y las publicadas por Tor.com siempre tienen un lugar especial en nuestros corazones y en nuestras reseñas. Antonio Díaz nos trae hoy un comentario de Weaver's Lament, de Emma Newman, obra que verá la luz la próxima semana. ¡Que lo disfrutéis!

Banda sonora de la reseña: Antonio sugiere leer esta reseña escuchando sinfonía No. 3 en la menor de Felix Mendelssohn (Spotify)

Weaver’s Lament es la continuación de Brother’s Ruin y la segunda entrega de la serie de novelas cortas Industrial Magic. Emma Newman continúa escribiendo sobre las aventuras de los hermanos Gunn, de nuevo bajo el punto de vista de Charlotte.

Sin desvelar ningún elemento argumental, he de decir que en esta entrega Newman se centra en el worldbuilding, que era justo lo que estaba esperando. En el mundo de Weaver’s Lament, la revolución industrial no se debe al descubrimiento de formas más eficientes de producción de energía, sino a la aplicabilidad de la magia para propulsar y refinar esos sistemas de producción. Sigue habiendo engranajes, mecanismos, enormes torres de reloj y fábricas de todo tipo, pero son supervisadas por magos. Así se crea un nuevo gremio, la Royal Society of the Esoteric Arts, que está dividida en tres escuelas (en función de la escala a la que aplican la magia que realizan: Thermaturgy, Fine Kinetics y Dynamics).

Newman revela mucha más información sobre la Royal Society y el funcionamiento de la industria en esta Gran Bretaña alternativa y resulta ser un soplo de originalidad en un subgénero bastante gastado. No es la primera obra de ficción que trata sobre la regulación de la práctica mágica, pero he de decir que es una de las primeras que veo a la que no le puedo encontrar pegas. El estado no permite la existencia de usuario mágicos (o ‘wilds’) que no estén adscritos al gremio. Además, a cualquier familia que done a uno de sus miembros con el Don se le paga, a cambio, un estipendio tras las oportunas pruebas para verificar su grado de habilidad. También se castiga duramente a los que oculten la existencia de estos talentos. La sociedad está además espoleada por el miedo a los usuarios no adscritos al gremio (que son considerados inestables y peligrosísimos) y por la generosa recompensa con la que se gratifica a los que los denuncien.

Esta normativa tan estricta es el resultado de una necesidad cada vez mayor de profesionales mágicos debidamente formados debido a la extensión de esta curiosa versión de la industrialización. Newman justifica la presión que sienten estos individuos, que se me antojan una mezcla entre baterías e ingenieros de mantenimiento, en su rol vital para el sostenimiento del estado de bienestar.

El desarrollo de personajes tiene una cierta importancia y además de Charlotte, la protagonista, aprendemos bastante de Benjamin (que pasa de ser una mera excusa narrativa a un personaje que dará mucho que hablar en las próximas entregas) y de Hopkins.

El nivel de inglés requerido para esta entrega es un poco más alto que en la anterior. Al transcurrir parte de la acción en Manchester, Newman ilustra tal punto con unos diálogos cargados de jerga y vocabulario barriobajero. Sin embargo, al margen de este punto, no resulta una lectura demasiado compleja.

Weaver’s Lament, tal y como también ocurre con Brother’s Ruin, nos ofrece una historia completa y autocontenida, con su propio y satisfactorio final. Al igual que la entrega anterior, deja sueltos suficientes cabos como para atrapar al lector y animarle a continuar con la siguiente entrega. Sin lugar a dudas, yo no me la perderé.

2 comentarios:

  1. Pues me apunto tanto el anterior como este para leer en inglés, si como dice en señor Antonio no son demasiado complejos de leer. Me gusta esa normativización de la magia, o de los talentos. Es un concepto interesante. Un abrazo^^

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  2. No son difíciles, no. Y creo que a ti te gustarían especialmente. ¡Un abrazo!

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